Su representación más común es de mujeres aladas o aves con cabeza femenina y garras afiladas.
Las Harpías eran enormemente desagradables, emanaban unos asquerosos efluvios y corrompían todos aquellos alimentos que tocaban. Existían una gran cantidad de Harpías aunque no todas son conocidas.
Se piensa que vivían en las islas Estrofíades, en el mar Egeo. Pero, el poeta Virgilio las situó en las puertas de los Infiernos con los demás monstruos.
Las Harpías raptan niños y almas. Era costumbre utilizar su imagen sobre las tumbas simulando el rapto del alma.
Su leyenda más conocida es la del rey Fineo. Cuentan que sobre él pesaba la maldición de que todo lo que tenía enfrente se lo arrebataban las Harpías, en especial los alimentos. Todo aquello que no se pudieran llevar lo ensuciaban con sus excrementos. Cuando los Argonautas llegaron, el rey les pidió que lo liberaran de las Harpías. Así Zetes y Calais las persiguieron hasta que las obligaron a huir volando. Aunque hay varios finales para esta misma historia, y en algunos, las harpías son perdonadas o vencen.
También se las ha considerado divinidades maléficas mensajeras de los vientos y en la creencia popular han sido vistas como vengadoras divinas. Las Harpías, cuyo nombre sugiere la idea de "arrebatar" fueron también consideradas, en sus inicios, unas hermosas mujeres, aunque esa imagen de ellas duró poco tiempo. Hoy en día, este término se sigue utilizando en algunas zonas rurales de centroamérica, entre otras, como sinónimo de "brujas", ya que se considera que éstas llegan volando durante la noche al lecho de sus víctimas, con la intención de seducirlas y robarles su energía vital, lo que les ayudaría a conservarse jóvenes y bellas.
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