Especies vegetales tan comunes como el laurel o el tabaco han sido utilizadas para la adivinación. En México los chamanes se ponían en contacto con el "Zemi", espíritu de la hoja de tabaco, y la pitoniza en Delfos ingería grandes cantidades de laurel para que Apolo se manifestara por su boca.
Nueces asadas al fuego, el sonido de los pétalos de las rosas o el movimiento de las hojas de las higueras conversaban con un lenguaje que los hombres primitivos comprendían perfectamente y que nosotros hemos olvidado.
Fuente: Revista "El Alkimista", Nº1 - año 2000.
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